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La solución a temas nacionales pasa por lo local

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Ingeniero Luiggi es un pueblo minúsculo de la provincia de La Pampa, en Argentina. Pedro Brandazza afloró en ese lugar y quedó huérfano, niño todavía. Trabajó duro para ganarse la vida. En Ingeniero Luiggi se casó, crió a su descendencia y permaneció hasta su muerte. “La ética del trabajo y la cultura del esfuerzo es la marca de mi familia”, cuenta su nieta, Daniela Brandazza.

Fue la primera y única nieta de las familias materna y paterna. Eso le otorgó un lugar especial. “Se me permitía cierta rebeldía”, dice. Todos los años vuelve a Ingeniero Luiggi, un símbolo para ella. “El campo me permitió comprender el valor del silencio, de la paciencia y los tiempos de la siembra y la cosecha”.

Brandazza dejó el campo a los 15, junto con su madre y su hermano, para recibir una mejor educación. Se trasladaron a la capital de la provincia, Santa Rosa, “un gran salto” para una familia de campo.

Ella aspiraba a conocer el mundo y dedicarse a la diplomacia, pero su padre tenía algo más práctico en mente: “Estudiá abogacía y volvés a la provincia”, le dijo. Brandazza se fue aún más lejos, a Buenos Aires. En una de tantas negociaciones con él, accedió a vivir en una pensión de monjas. “Me costó justificar cada paso que di en la vida. Tenía que defender cada decisión ante mi familia, en mis trabajos. Eso nos pasa a las mujeres. Pero sin proponérselo, mi padre me preparó para ello”.

En la década de los noventa, durante el gobierno de Carlos Menem y en la enésima crisis económica argentina, era prohibitivo vivir en Buenos Aires, de modo que Brandazza y sus padres acordaron que mejor la enviarían a estudiar a Estados Unidos, donde residía uno de sus tíos. Una diplomática requería dominar el inglés, así que la carrera de Relaciones Internacionales que había empezado en la Universidad de Belgrano culminó en la Universidad Internacional de La Florida, en Miami.

Brandazza trabajaba en el Instituto de Inglés para Estudiantes Internacionales de la universidad para ayudar a su padre con los gastos. Al concluir la licenciatura, decidió volver a su provincia, para devolverle algo a su tierra. Tomó una oferta para asesorar a un ministro del gobernador de La Pampa, recién Menem firmó decretos para crear zonas francas en Argentina. En aquella provincia se planeaba la construcción del mayor acueducto de la zona y la asesora viajó a Europa en busca de inversionistas. “Comprendí que la lógica local tiene su propia dinámica y que hablar con gente que soluciona temas locales, que permanece toda la vida en el mismo lugar, te da otra perspectiva”.

Poco después, Brandazza se acercó a Jorge Rodríguez, jefe de gabinete de Menem, un ingeniero agrónomo originario de La Pampa. A los quince días, ya coordinaba para el ministro una visita al gobernador de Texas, George W. Bush. “A los 26 años, yo entraba todos los días a la Casa Rosada como consejera del jefe del gabinete de ministros del presidente Menem. Tuve muchos privilegios, como escuchar a un señor increíble que sirvió el café a todos los presidentes argentinos desde Perón”.

Daniela Brandazza, internacionalista

Daniela Brandazza, internacionalista Fuente: Ismael Ángeles

Durante ese periodo, Brandazza estudió una maestría y dio clases en Política Económica Internacional en Belgrano. Su último proyecto en esa administración fue la creación de un centro de estudios argentinos en la Universidad de Texas en Austin, donde ya existían centros similares de México y Brasil.

A pesar de su experiencia, después del periodo de Menem, Brandazza no encontró acomodo en el gobierno de Fernando de la Rúa. Un exfuncionario le advirtió: “El problema no sos vos, es tu currículum”. Así lo entendió y aceptó la beca que le ofrecía Austin. De nuevo, objetó su padre: “Tenés una maestría, no necesitás otra. ¿Por qué te querés ir otra vez de Argentina?” Para ella era muy simple: no tenía empleo, pero tenía una oportunidad en Estados Unidos. Además de una maestría en Estudios Latinoamericanos, completó una tercera, en Políticas Públicas. Escribió su tesis sobre la participación de las mujeres en el mercado laboral de América Latina y realizó otras investigaciones en la escuela de negocios. “Me metí desde entonces a estudiar sobre la participación de la mujer, cuáles de nuestros talentos predominan en nuestra región, cómo nos comparamos con otras regiones, la relevancia que tenemos en cargos ejecutivos, qué aportamos a la sociedad y otros temas”.

Antes de graduarse, Brandazza se comprometió con un mexicano y buscó trabajo en este país. Desde entonces, trabaja en S&P Global Ratings, donde ahora es directora senior de Finanzas Públicas Internacionales. “Tengo mucho qué agradecerle a México, que me abrió las puertas desde el principio. Llegué aquí con trabajo y para mi fortuna, pude volver a trabajar en lo local. Buena parte de la experiencia de desarrollo que conozco es la de los estados y municipios de la república”.

Desde este año, Brandazza tiene otro cargo en S&P: preside, a nivel global, WINS (Women´s Initiative for Networking and Success), un grupo interno que apoya el desarrollo del potencial profesional femenino dentro de la organización, con una visión incluyente, y que tiene el propósito de identificar que su talento sea retribuido y reconocido. Fue electa por sus pares, aunque reporta el progreso del grupo al presidente de la compañía.

“Los datos que producimos confirman que la falta de participación de las mujeres en el mercado laboral en diversas naciones provoca que nos privemos de un enorme beneficio económico y social. Cada que perdemos talento y cada que dejamos de considerar distintos puntos de vista, pierden las empresas y pierde la sociedad”.

Fuente: https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/maria-scherer-ibarra/la-solucion-a-temas-nacionales-pasa-por-lo-local

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