Al día siguiente de consumarse la Independencia de México, líderes del movimiento firmaron el acta de nacimiento del país. Pero un momento así no fue único en la lucha iniciada en 1810
La entrada del Ejército Trigarante a Ciudad de México marcó el fin de la lucha por la Independencia.
Septiembre es el “mes de la patria” en México, principalmente por los festejos de la Independencia los días 15 y 16.
Pero una fecha que pasa inadvertida es la de la consumación de la batalla que dio pie al nacimiento de México como país: el 27 de septiembre.
Ese día de 1821, uno de los líderes independentistas, Agustín de Iturbide, encabezó una simbólica marcha de entrada a Ciudad de México para marcar el final de la lucha por la independencia del imperio español, que perduró exactamente 300 años.
Al día siguiente, el grupo encabezado por Iturbide se reunió para proclamar un Acta de Independencia que, contrario a lo ocurrido en otros países de América (con excepción de Haití), se redactó una vez terminada la lucha armada.
El acta de México “es de una independencia que ya existe de facto“, le explica a BBC Mundo el doctor Alfredo Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIH-UNAM).
“El plan de Independencia de febrero de 1821 decía que primero se debía formar una ‘junta gubernativa’ que hiciera una convocatoria a un Congreso y, lo principal, que declarara la independencia”, abunda el experto.
Dicha junta se reunió antes de entrar a Ciudad de México, con aliados de Iturbide y sin otros líderes insurgentes como Vicente Guerrero. Y tenía miembros sui generis, porque representaban sectores económicos mas que territoriales.
El Acta de Independencia, que dio lugar al establecimiento del Imperio Mexicano que se extendía desde el norte de California hasta el sur de Costa Rica, fue redactada y firmada por miembros de la junta gobernativa.
“La nación mexicana que por 300 años ni ha tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido”, proclamaba.
Sin embargo, como señalan varios estudiosos de las actas independentistas de América, entre ellos el doctor Ávila, en lo que hoy es México hubo más de un documento de independencia de Nueva España.
Y queda de manifiesto que entre quienes consumaron el movimiento no había intención de rechazar al rey español Fernando VII en el territorio mexicano, sino lo contrario.
Más de un acta
La lucha por la independencia de México se dio en varias etapas, con varios liderazgos y grupos participantes, entre 1810 y 1821.
La gesta fue emprendida por Miguel Hidalgo y Costilla, un sacerdote criollo -hijo de españoles nacido en América- que participaba en un grupo de conjurados y quien dio el famoso “Grito de Dolores” que marcó el inicio de la lucha.
Sin embargo, Hidalgo fue capturado y fusilado en 1811, por lo que otros independentistas continuaron con el movimiento, entre ellos el sacerdote José María Morelos y Pavón.
Iturbide no estaba de acuerdo con la forma de guerrear de Hidalgo.
En un esfuerzo por formalizar la lucha, Morelos convocó la creación del Congreso de Anáhuac, donde en septiembre de 1813 se leyó un documento fundacional del México independiente: “Sentimientos de la Nación”.
“Señala que hay que mitigar la opulencia y la indigencia. Que el país tendría que ser libre. Una serie de principios y derechos muy importantes. El primer artículo dice que se declare la independencia y se exponga al mundo su razón”, explica Ávila.
Los miembros del Congreso promulgaron el 6 de noviembre de 1813 el Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional, 8 años antes que la de Iturbide en 1821.
“Se declara que América era soberana, porque Dios otorga ese derecho a los pueblos. Que se recupera el ejercicio de la soberanía, que la fe católica será la única tolerada y que un Congreso legislará para ir a las naciones extranjeras para entablar relaciones”, expone Ávila.
El Congreso de Anáhuac tuvo representación parcial de todo el país.
Pero el académico agrega que hay un acta de independencia más que es “prácticamente desconocida”.
Ignacio López Rayón, uno de los líderes del ala “realista” (partidarios de sostener un vínculo con la corona española) en aquel Congreso, emitió un nuevo documento con enmiendas afines a su ideología.
“Se declara que el país está peleando por tener su propio gobierno, pero a favor del rey Fernando VII de España. Es la versión que quería Ignacio López Rayón desde el principio”, indica Ávila.
¿Por qué varias actas?
El curso de la lucha independentista terminó favoreciendo a los realistas y esto se vio reflejado en cómo se concebía el nacimiento de la nueva nación, en momentos en que en España también se luchaba por restablecer la monarquía de Fernando VII.
Mientras que Morelos y otros líderes insurgentes tenían una postura soberanista del nuevo país, la lucha terminó siendo encabezada por realistas del Ejército Trigarante que también llamaba al rey español a gobernar el nuevo país.
José María Morelos redactó los “Sentimientos de la Nación” que dieron base al acta de independencia de 1813.
Para el historiador Rodrigo Moreno, del IIH-UNAM, la existencia de las actas de 1813 y 1821 es reflejo de esta disputa ideológica en un proceso histórico “extremadamente complejo”.
“Las actas de 1813 y de 1821 corresponden a etapas y movimientos distintos. Como toda declaración independentista, ambas comparten la ambición simbólica de crear una entidad política soberana mediante la palabra, pero están impulsadas por intereses divergentes“, señala.
“Cuando la trigarancia en 1821 ofreció el trono del Imperio Mexicano a Fernando VII buscaba conciliar el proyecto independentista con la fidelidad al monarca: romper la subordinación a la metrópoli y el vínculo con la monarquía española, pero no la sujeción al rey”, añade.
Fernando VII era llamado a gobernar México, pero esto nunca ocurrió.
Por su parte, Ávila señala que las declaraciones de independencia están escritas con el fin de que otros países reconozcan la soberanía, más que como una declaración de principios sociales o humanistas.
“Las actas de independencia no van dirigidas a la gente. Van dirigidas a otros países para invitarlos a establecer relaciones diplomáticas e internacionales. Esto sucede desde la declaración de Filadelfia (EE.UU.) hasta las más recientes, como Sudán del Sur o Crimea”, explica.
En el caso de México, los realistas en 1821 “quieren ser gobernados por Fernando VII”, pero como una nación independiente y no una colonia de la corona española.
“Y si él no aceptaba, alguno de los príncipes. Era una manera de mantener relaciones comerciales, eran personas muy ricas y querían mantener el comercio que era muy lucrativo“, añade.
Como otros países de América, México celebra el inicio de su lucha por la independencia, en lugar de la consumación.
¿Y por qué no se celebra en México la independencia el 28 de septiembre, cuando se marcó el día “primero de la Independencia Mexicana”, como dice el acta de 1821?
“Hay una tradición de celebrar los inicios más que los finales, porque los finales suelen ser una transacción, negociaciones políticas que son poco éticas”, explica Ávila, quien señala que esto ocurrió en otros países de América.
“En cambio los inicios son más heroicos, del pueblo que se levanta en armas y se crean leyendas”.