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Sin sobrevivientes y a tan solo 14 minutos de vuelo: Así fue el peor accidente de la aviación mexicana

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El 31 de marzo de 1986, 166 pasajeros se dirigían de la Ciudad de México a Los Ángeles. El avión se incendió en el cielo y explotó sobre la zona montañosa de Michoacán

El vuelo 940 de Mexicana, que iba de la Ciudad de México a Los Ángeles, explotó a los 14 minutos de haber despegado, el 31 de marzo de 1986.

No hubo sobrevivientes. Entre las víctimas iba la familia del piloto, que viajaba por unas prometidas vacaciones en Disneylandia. A bordo también iba el primo del futbolista Hugo Sánchez, Guillermo Sánchez y su esposa.

Los restos se dispersaron en un diámetro de 3 kilómetros en la zona montañosa de Michoacán, lo que dificultó las labores del rescate de cuerpos. Los voluntarios tenían que hacer una caminata de aproximadamente media hora para llegar al lugar del siniestro.

Los habitantes de la zona supieron desde el instante del accidente que no habría sobrevivientes: “¡Quién puede vivir a algo así!”, dijo una de ellos.

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Foto: Hemeroteca El Universal

En el rescato se encontró la caja negra, con las últimas palabras del piloto. Tiempo después, una investigación revelaría que la causa oficial del accidente fue la explosión del neumático derecho del tren de aterrizaje principal, que inflado con aire, en vez de nitrógeno.

Así fue como lo cubrió EL UNIVERSAL.

Se incendió y estalló un jet de CMA; 166 muertos

1 de abril de 1986

Hubo falla mecánica; la cabina se despresurizó

Cubría al Boeing 727-200 la ruta México-Los Ángeles, con escala en Puerto Vallarta
14 minutos después del despegue se perdió el contacto

Por Juan Manuel Vignon, reportero de EL UNIVERSAL

 

Un avión de Mexicana de Aviación, con 166 personas a bordo, se estrelló ayer en las montañas de Michoacán y se partió en tres pedazos: no hay sobrevivientes.

El desastre, que ya es considerado el peor ocurrido en la aviación mexicana, se debió a una falla mecánica: el avión perdía altura, se incendió y cuando el piloto avisó por radio que iba en busca de un aeropuerto cercano para intentar un aterrizaje de emergencia, se “clavó” en un cerro de más de 8,000 pies de altura.

La nave había salido de esta ciudad a las 8,50 horas con destino a Los Ángeles, California, debería hacer dos escalas, una en Puerto Vallarta y otra en Mazatlán, con 160 pasajeros y 8 tripulantes, además de 1.5 toneladas de carga. Estaba a 75 millas de distancia cuando el capitán Carlos Guadarrama reportó las fallas.

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Foto: Hemeroteca El Universal

Unos segundos después se cortó la comunicación, el aparato desapareció de los radares y ocurrió la tragedia.

De inmediato se inició la difícil y dolorosa tarea de la búsqueda y el rescate. Aeronáutica Civil confirmó que no había sobrevivientes.

La lista de pasajeros contiene un total de 158 nombres, entre ellos ocho infantes aparte de la tripulación.

De acuerdo a la información de Aeronáutica Civil, la nave perdió contacto con el centro de operaciones 14 minutos después de su despegue. El último mensaje fue recibido a las 9.04 de la mañana y en el mismo el comandante alcanzó a reportar que el avión perdía altura. A partir de ese momento no se volvió a restablecer la comunicación.

La investigación del DGAC se inició con el análisis de la grabación del diálogo entre el comandante de la aeronave y el centro de control, así como con la videocinta del registro del radar que muestra la trayectoria y movimientos del avión.

Las brigadas de rescate iniciaron la penosa labor de traslado de los cuerpos, que se espera hoy antes del mediodía estén en la Ciudad de México, en el hangar de la PGR. Para ello la dependencia ordenó que los agentes del IMP federal trabajen toda la noche.

El Servicio Médico Forense –Semefo– informó que a partir de las 13 horas entregará los cadáveres a sus familiares que así lo deseen. En cuanto a los extranjeros que no tienen familiares en el país, los cuerpos serán entregados a sus familiares por medio de las embajadas respectivas, para que sean trasladados a sus lugares de origen.

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Foto: Hemeroteca El Universal

Los familiares de las víctimas comenzaron a llegar a la oficina de relaciones públicas de Mexicana de Aviación a media mañana, para solicitar información sobre los viajeros.

Entre las víctimas se confirmó la muerte de un primo hermano del futbolista Hugo Sánchez, de nombre Guillermo Sánchez, a quien acompañaba su esposa, Ana María.

Descartan sabotaje

La Asociación Mexicana de Agentes de Viajes descartó que el accidente se haya debido a un sabotaje terrorista, y consideró que este percance no afectará a la industria turística del país.

Según las condiciones del tiempo que prevalecía cuando ocurrió el accidente, se descartó que haya sido por mal tiempo e incluso, por las afirmaciones de los lugareños, se confirmó que la aeronave se incendió antes de caer a tierra y estalló antes de chocar y esparcirse su fuselaje en esa área.

De acuerdo a las primeras versiones que trascendieron en el aeropuerto internacional de la ciudad de México sobre las causas que motivaron el accidente, se habló de una falla mecánica y concretamente se mencionó la despresurización de la cabina de pasajeros, como la causa determinante de la tragedia.

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Foto: Hemeroteca El Universal

El capitán piloto aviador Pedro Cota y Estebani, vicepresidente del Colegio de Pilotos Aviadores de México, explicó a EL UNIVERSAL que la despresurización de una nave se produce cuando se deteriora algún empaque de las puertas o ventanillas, provocando la pérdida de presión en el avión.

Subrayó que es muy prematuro dar una versión definitiva sobre las causas del accidente.

Dispersos en un área de 3 kilómetros, los restos

Penoso rescate en la barranca del cerro Crucitas entre Pomoca y San Miguel el Alto
Calcinadas e irreconocibles, la mayoría de las víctimas

Por Saúl López, enviado

Todos murieron. No hubo sobrevivientes. La mayor parte de la nave cayó en barranca del Cerro Crucitas que se encuentra entre Pomoca San Miguel el Alto.

Lo abrupto y peligroso del terreno, así como la desinformación que hubo en un principio, provocó que las brigadas de socorro llegaran hasta poco después de las 12.09 horas, cuando se inició el rescate de los cuerpos y la búsqueda de la famosa “caja negra”, que pudo ser localizada y enviada al Distrito Federal y de ahí a Estados Unidos para su estudio.

Para llegar a los lugares donde habían caído los restos del avión, se dividieron los cuerpos de socorro en diferentes secciones, todos dirigidos hacia un mismo punto, el Cerro Crucitas, esto, después de hora y media de ocurrido el accidente.

Miembros de las zonas militares XVI, XXI y XXII son los que por orden superior, directamente de la Secretaría de Defensa, se encargan de coordinar las labores de rescate, incluyéndose cuerpos de socorro de los diferentes municipios, incluso del Distrito Federal como son la Cruz Roja, ISSSTE y SOS.

De Pomoca hacia el lugar del accidente, el Cerro de Crucitas, los socorristas dilataban entre 30 y 45 minutos para llegar y de ahí recoger los cuerpos de las víctimas.

Una de las grandes partes del fuselaje del avión cayó precisamente en el arroyo Tupatoro donde lo inclinado del terreno dificultó las labores de rescate. Ahí fue donde se rescató el mayor número de cuerpos, en una extensión de terreno de 1,500 a 2.000 metros cuadrados, en los que la nave quemó árboles, arbustos y follaje.

Para la labor de rescate de los cuerpos, se utilizaron caballos y burros para trasladar los cuerpos, pero por falta de estos animales fue necesario utilizar a todos los socorristas que habían logrado llegar hasta el lugar. De acuerdo al coronel Manuel N, encargado de la operación, fue un operativo de por lo menos 300 soldados y por lo menos 200 socorristas de unos 1,000 que pretendieron hacerlo, ya que tanto la condición del terreno como la condición física no se los permitió.

Las labores de rescate se iniciaron a las 12.30 horas cuando llegaron las brigadas del Ejército y se suspendieron a las 19.15 cuando no se contó ya con el apoyo de la luz solar, indispensable para este tipo de labores y se afirmó que sería hasta el día siguiente cuando se reiniciaría el rescate de cuerpos y búsqueda de los demás cadáveres.

En llamas, chocó el 727 contra el “Cerro Alto”

Testigos presenciales temieron que cayera sobre la población de Pomoca
Por instantes pareció que recobraría altura

Por Mayela Hernández y Juan Manuel Oliva, corresponsales

Para Juan Miranda fue una alucinación: el avión en picada, abrasado por las llamas y por su angustia de que el aparato caería sobre el poblado de Pomaca, que cruzó vertiginoso; el boeing recobraba altura, y luego su “trompa” señaló hacia abajo. Explotó. Frente al Cerro Alto, donde sus fracciones se estrellaron en un radio de miles de metros.

Una “alucinación” que, sin embargo, significaba la muerte para 166 personas a bordo del aparato y una jornada penosa de rescare para miles de habitantes de la región michoacana que vieron sobrevolar por horas después decenas de helicópteros, avionetas, y sus carreteras transitadas por vehículos del Ejército, de entidades de salvamento.

Las llamas del boeing se levantaron a las 9.14 horas sobre la silueta de la zona boscosa que circunda el Cerro Alto. Eran lenguas de fuego que durante ocho horas desafiaron a los rescatistas, que a pleno sol de mediodía abrían una brecha hasta el lugar de la tragedia, al que sólo se podía llegar a lomo de bestia de carga.

Miranda, residente de Pomoca, digiere tenso la urgencia de que recuerde de viva voz lo que esta mañana ocurrió en el cielo. “El ruido del avión me atrajo mucho, no sé por qué… y no creí lo que veía”.

Refiere que otros testigos se dieron la certidumbre de que de verdad había en el cielo un avión que “echaba llamas en su parte de atrás”.

El aparato sobrevolaba a baja altura esta región michoacana colindante con el Estado de México, una zona boscosa cuyos lomeríos son surcados por caminos vecinales, algunas brechas que como venas se conectan con una carretera.

Cuando el boeing de Mexicana recortaba el viento, las llamas que lo herían producían un sonido estrepitoso sobre Pomoca, a 20 kilómetros de Maravatío. Allí fue donde la aeronave intentó por última vez dominar los cielos.

Luego en el silencio de la mañana, cuando casi no había vehículos sobre la carretera, ni las vacas se apartaban de su pastura, se escuchó una explosión. Las partes del aparato se perdieron en el bosque y luego sólo las llamas indicaban el lugar de la muerte colectiva.

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Foto: Hemeroteca El Universal

Miranda, como los demás habitantes de Pomaca, señalaba hacia el cerro Alto, un peñasco, una cima en el lomerío, al que se llega tras un viaje de tres horas, entre la vegetación forestal “chaparra de la zona”.

“Ni cómo organizar de inmediato un rescate”, confió Miranda. Además -la certeza que hiela- todos estaban muertos”.

¿Cómo que todos muertos?, se le preguntó.

“¡Quién puede vivir a algo así!”, dijo. Su dedo índice señalaba las llamas desprendidas de los restos del avión que aún por la tarde se recortaban en el horizonte.

Las llamas eran la seña. Allí en las faldas del cerro, en su cima, en 500 metros a la redonda, la muerte dejaba a sus despojos 166 personas incineradas.

El rescate se iniciaría con la ayuda de bestias de carga que se proporcionaron en las rancherías cercanas.

Abajo, en la carretera cercana que puede conducir al lugar del accidente, las maniobras, las instrucciones comandadas por elementos del Ejército, que acordonaron la zona, después, mucho después de los primeros actos de rapiña que descubrió la Policía Judicial estatal.

Ya de tarde bajaron los primeros cadáveres. Incinerados en su amyor parte. Fracciones de cuerpos, que serían depositados en bolsas transparentes para su posterior identificación, aquí en Maravatío, antes de que en helicópteros fueran llevados a Morelia y luego al Distrito Federal.

Después de estallar, dos partes fueron observadas por los habitantes que se perdían en la zona boscosa. Más tarde, había un recuento de los cuerpos que se encontraban en el cerro. Había 12 en la cima, 76 en una cañada contigua y 46 dispersos en las faldas del peñazco de la muerte.

Antes del anochecer, el cielo que al amanecer era sobrevolado por infinidad de helicópteros y de avionetas, con dirección al cerro, en movimientos orquestados para el rescate de las víctimas, según informó la comandancia de la XXI Zona Militar.

Los primeros cadáveres fueron concentrados en Pomaca, en espera de que se dieran disposiciones para el traslado final. Más tarde se dieron instrucciones de que helicopteristas de la PGR, PFC, así como de Petroleros Mexicanos formaran cortejos fúnebres aéreos con destino al aeropuerto internacional de la ciudad de México.

Después de las 16 horas, el terreno falso de la zona dificultó el paso de los rescatistas de Alta Montaña de la Cruz Roja que andaban el camino a “lomo de mula”. Las dificultades marcarían para mañana otra jornada de maniobras.

Por la noche, un agente de Gobernación dijo que se había localizado la “caja negra”, en la que había una conversación del piloto con la Torre de Control del aeropuerto de Toluca.

En esta conversación detectada en la “caja negra” se afirma que el aparato accidentado tenía problemas en la suspensión, en el momento de sobrevolar el valle de Toluca.

Tras el acordonamiento de la zona fueron detenidas varias personas, como “sospechosas de haber cometido actos de pillaje”, indicó la Policía Judicial de Michoacán.

Reportó, asimismo, que cuatro fueron consignados ante el agente del Ministerio Público de Pomaca, como presuntos responsables de haber hurtado pertenencias de las víctimas del avionazo. Fueron encarcelados bajo el cargo de pillaje.

Hizo intentos el piloto por volver a la capital

Reportó que estaba en una emergencia y que perdía altura el aparato
Su esposa y sus dos hijos, entre los pasajeros

Por Juan Manuel Vignon, reportero de EL UNIVERSAL

— Vuelo 940 a Torre de Control… Estamos perdiendo altura, esta es una llamada de emergencia, perdemos altura.

— Torre de Control a vuelo 940, casi no escuchamos.

— Vuelo 940, cambio de la frecuencia 119.7 a la 120.1… -La voz del comandante Carlos Guadarrama Sixtos se había perdido para siempre. La Torre de Control jamás volvió a escucharlo y el avión se había estrellado.

El comandante del Boeing 727-200 con matrícula XA-MEM era uno de los pilotos de más prestigio en los cielos de México, con 15 años de antigüedad y 15,000 horas de vuelo acumuladas.

Ayer por la mañana, acompañado por su esposa Gabriel Flores de Guadarrama, una hija de 8 años y un hijo de 10, habían abordado el jet de la muerte junto con el jefe de la familia.

Antes de subir al avión, el capitán Carlos Guadarrama confesó a un compañero piloto que iba a cumplir un ofrecimiento que había hecho a sus hijos: llevarlos a Disneylandia.

Graciela Flores, la esposa, se había salvado ya de morir en otro avionazo. Entonces, ella era aeromoza y cuando retornaba a México en el vuelo 801 procedente de Chicago, la nave se estrelló en el lago de Texcoco. El accidente ocurrió el 21 de septiembre de 1969 y ella resultó ilesa, pese a que 60 personas perdieron la vida.

Hoy la tragedia fue diferente y no hubo sobrevivientes. Junto con su esposo y sus hijos, murió en la sierra de Maravatío.

El comandante de la bave según reveló a EL UNIVERSAL el secretario de prensa de ASPA, era uno de los pilotos que conocía más a fondo la flota de aviones de Mexicana de Aviación, puesto que incluso había sido instructor de vuelo para los Boeing 727-200.

Su conocimiento del equipo, dijeron los entrevistados, descarta la posibilidad de error humano y más bien se inclinan porque la causa definitiva fue una falla mecánica.

En la grabación que se registró en el Centro México, quedaron grabadas las últimas palabras del comandante de la nave:

Avión: — Centro México. Buenos días. Mexicana 940 deja 250 por 310.
Control: — Mexicana 940. Buenos días, contacto radar. Reporte al nivelar 310.
Avión: — Reportaremos 310, 940.
Avión: — México, Mexicana 940, solicitando menor.
Control: — Mexicana 940, prosiga
Avión: — Estamos solicitando menor altitud.
Control: — 940, ¿es correcto, solicita menor altitud?
Avión: —  Afirmativo.
Control: — Mexicana 940, ¿solicita menor altitud de 200?
Avión: —  De emergencia. Mexicana 940 solicita regresar a México.
Control: — Recibido 940. Está autorizado a descender a 200. Viraje por la derecha, directo al vor de México.
Avión: — Directo por la derecha al vor de México.
Control: — Mexicana 940 Centro México.
Control: —  Mexicana 940, diga si escucha…

Toda la comunicación se había perdido y con ella la vida de 166 personas.

Fuente: https://www.eluniversal.com.mx/cultura/asi-fue-el-peor-accidente-de-la-aviacion-mexicana-en-1986

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